4/21/2008

Lección de tolerancia y solidaridad



"Afortunada volaba solitaria en la noche hamburgueña. Se alejaba batiendo enérgica las alas hasta elevarse sobre las grúas del puerto, sobre los mástiles de los barcos, y enseguida regresaba planeando, guiando una y otra vez en torno al campanario de la iglesia.

-¡Vuelo! ¡Zorbas! ¡Puedo volar! -graznaba eufórica desde la vastedad del cielo gris.
El humano acarició el lomo del gato.
-Bueno, gato, lo hemos conseguido- dijo suspirando.
-Sí, al borde del vacío comprendió lo más importante -maulló Zorbas.
-¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que comprendió? -preguntó el humano.
-Que sólo vuela el que se atreve a hacerlo -maulló Zorbas."
Fragmento de la novela Historia de una Gaviota y del gato que le enseñó a volar. Una novela, que como dice su autor, Luis Sepúlveda, es para jóvenes de 8 a 88 años. La leí porque le fue asignada a mi hija en el colegio y con el propósito de ayudarla a realizar una sipnosis.

Cuenta la historia sobre una gaviota envenenada por una mancha de petróleo, que en sus últimos suspiros pone un huevo y encuentra en el gato Zorbas una esperanza haciéndole prometer: no comerse el huevo, cuidar de él, y enseñar a volar a la gaviota que saldrá del cascarón. Y como gato leal a su palabra, hará cumplir la promesa. Es una historia preciosa, muy emotiva, que nos recuerda una vez más en como los humanos tratamos a la naturaleza, mostrándonos por medio de la imaginación a amar y cuidarla, también a apreciar, respetar y amar a un ser diferente.

Esta parte que traje, me llamó mucho la atención, me llegó en un momento muy importante de mi vida, de esos momentos en que sentimos nuestras alas adherirse a nuestro cuerpo, tal cómo el petróleo se las pegó a la gaviota, pero sólo vuela quién se atreve a extender sus alas.

¿Y las tuyas, tus alas, cómo están?





4/07/2008


Tengo esquinas y una ciudad
con un horizonte de miradas,
un campo repleto de ríos
iluminados de tiempo sin horas.
Tengo montañas y bosques
caricias en mis manos,
un atardecer de amor,
un sol para calentarte,
y una luna para amarte.
Tengo un bosque de deseos
bajo un arcoiris de besos,
tengo callejones sin salida
repletos de dedos para tu piel,
tengo mares y las olas de mis labios
para sumegirlos en tu cuerpo.