"Afortunada volaba solitaria en la noche hamburgueña. Se alejaba batiendo enérgica las alas hasta elevarse sobre las grúas del puerto, sobre los mástiles de los barcos, y enseguida regresaba planeando, guiando una y otra vez en torno al campanario de la iglesia.
-¡Vuelo! ¡Zorbas! ¡Puedo volar! -graznaba eufórica desde la vastedad del cielo gris.El humano acarició el lomo del gato.-Bueno, gato, lo hemos conseguido- dijo suspirando.-Sí, al borde del vacío comprendió lo más importante -maulló Zorbas.-¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que comprendió? -preguntó el humano.-Que sólo vuela el que se atreve a hacerlo -maulló Zorbas."
Fragmento de la novela Historia de una Gaviota y del gato que le enseñó a volar. Una novela, que como dice su autor, Luis Sepúlveda, es para jóvenes de 8 a 88 años. La leí porque le fue asignada a mi hija en el colegio y con el propósito de ayudarla a realizar una sipnosis.
Cuenta la historia sobre una gaviota envenenada por una mancha de petróleo, que en sus últimos suspiros pone un huevo y encuentra en el gato Zorbas una esperanza haciéndole prometer: no comerse el huevo, cuidar de él, y enseñar a volar a la gaviota que saldrá del cascarón. Y como gato leal a su palabra, hará cumplir la promesa. Es una historia preciosa, muy emotiva, que nos recuerda una vez más en como los humanos tratamos a la naturaleza, mostrándonos por medio de la imaginación a amar y cuidarla, también a apreciar, respetar y amar a un ser diferente.
Esta parte que traje, me llamó mucho la atención, me llegó en un momento muy importante de mi vida, de esos momentos en que sentimos nuestras alas adherirse a nuestro cuerpo, tal cómo el petróleo se las pegó a la gaviota, pero sólo vuela quién se atreve a extender sus alas.
¿Y las tuyas, tus alas, cómo están?
Cuenta la historia sobre una gaviota envenenada por una mancha de petróleo, que en sus últimos suspiros pone un huevo y encuentra en el gato Zorbas una esperanza haciéndole prometer: no comerse el huevo, cuidar de él, y enseñar a volar a la gaviota que saldrá del cascarón. Y como gato leal a su palabra, hará cumplir la promesa. Es una historia preciosa, muy emotiva, que nos recuerda una vez más en como los humanos tratamos a la naturaleza, mostrándonos por medio de la imaginación a amar y cuidarla, también a apreciar, respetar y amar a un ser diferente.
Esta parte que traje, me llamó mucho la atención, me llegó en un momento muy importante de mi vida, de esos momentos en que sentimos nuestras alas adherirse a nuestro cuerpo, tal cómo el petróleo se las pegó a la gaviota, pero sólo vuela quién se atreve a extender sus alas.
¿Y las tuyas, tus alas, cómo están?